Alto y glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón.
Y dame fe recta,
esperanza cierta y caridad perfecta,
sensatez y conocimiento, Señor,
para que haga tu santo y veraz mandamiento. Amén.
Oh San Francisco, que recibiste los estigmas en La Verna, el mundo tiene nostalgia de ti como icono de Jesús crucificado. Tiene necesidad de tu corazón abierto a Dios y al hombre, de tus pies descalzos y heridos, y de tus manos traspasadas e implorantes. Tiene nostalgia de tu voz débil, pero fuerte por el poder del Evangelio. Ayuda, Francisco, a los hombres de hoy a reconocer el mal del pecado y a buscar su purificación en la penitencia. Ayúdalos a liberarse también de las estructuras de pecado, que oprimen a la sociedad actual. Reaviva en la conciencia de los gobernantes la urgencia de la paz en las naciones y entre los pueblos. Infunde en los jóvenes tu lozanía de vida, capaz de contrastar las insidias de las múltiples culturas de muerte. A los ofendidos por cualquier tipo de maldad concédeles, Francisco, tu alegría de saber perdonar. A todos los crucificados por el sufrimiento, el hambre y la guerra, ábreles de nuevo las puertas de la esperanza. Amén.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario